miércoles

Puntapie

La vida da muchas vueltas. El presidente del Gobierno, el señor Rodriguez, se prepara para visitar al Santo Padre el próximo mes. Así lo recogieron el pasado sábado diversos medios de comunicación.


¿Para qué quiere ver Zapatero al Papa? ¿Para decirle que va a derogar la ley del aborto? No. ¿Para decirle que derogará el matrimonio entre "maricas"? No. ¿Para que sus tétricas hijas puedan presumir de haberse fotografiado con el Santo Padre? No lo sé. En cualquier caso, después de la implacable persecución a que nos ha sometido el señor Rodriguez, ¿debería el Santo Padre atender a su petición de audiencia? Pues el Vaticano dirá que sí por cuestión de educación y de diplomacia pero todos los católicos preferiríamos que un soldado de la guardia suiza diera un buen puntapie en el trasero de Zetapé y le enviara derechito a hablar con uno de sus amiguitos ayatolás del Irán.

viernes

Siglo XXI

Ser católico no está de moda. Eso es lo que piensan nuestros dirigentes que desprecian la tradición cristiana de España y abogan por extrañas alianzas de civilizaciones lejanas. Ser católico, como digo, no está de moda. Continuamente se vilipendia a la iglesia en general y al Santo Padre en particular por ciertas conductas aisladas de algún hermano en la fe. Por el contrario, de los desmanes de otras religiones no se dice nada. Pues bien, vamos a ponerlo negro sobre blanco: El catolicismo (al contrario que otras religiones) es una religión de paz, de fraternidad, de amor al prójimo, de respeto. ¿Pueden el resto de religiones decir lo mismo? La respuesta la encontramos en un recorte del nada sospechoso diario El País:


Sí, habéis leído bien. Marruecos expulsa a un ciudadano español "por cristiano". Y esto, señores, sucede en el siglo veintiuno. Puede que no esté de moda pero el catolicismo está demostrando vivir en el siglo veintiuno mientras otros credos se quedaron anclados en el quince, por eso, hoy proclamo bien alto mi fe católica.

jueves

Soberbia blaugrana

Uno de los siete pecados capitales es la soberbia. A mí me parece uno de los peores males. El creer que uno está por encima de los demás, el despreciar al prójimo, el hacer alardes de superioridad, son actitudes que, personalmente, me repugnan. Por desgracia la soberbia es un pecado muy extendido en nuestra sociedad. ¿Un ejemplo?: Joan Laporta.

Es cierto que el Barcelona se ha mostrado como un gran equipo en el último año, es cierto que la temporada pasada ganaron seis títulos (aunque algunos como la Copa Catalana sean títulos muy menores), y es cierto que son los vigentes campeones de Liga. Pero también es cierto que sus dirigentes y algunos de sus futbolistas son grandes soberbios. Después de quedar eliminados ayer en la "Champions", ¿escucharemos algún ejercicio de humildad? ¿Saldrá el señor Piqué a los medios a decir si durante noventa minutos ha odiado su profesión tal y como dijo que les pasaría a los jugadores del Inter? ¿Saldrá el señor Laporta a decir que está tritranquilo? La frase que se me ocurre en este momento es: todo lo que sube, baja.

Los pollos y la izquierda

Como todos vosotros sabéis, de un tiempo a esta parte, la iglesia viene recibiendo contínuas insidias procedentes básicamente, de lo que podríamos denominar como "la izquierda sociológica" de éste país llamado España. Dentro de esa llamada izquierda, uno de los sectores más punzantes en su anticlericalismo es el que conforma el colectivo homosexual. Pues bien, mira tú por dónde, el ínclito presidente de Bolivia que responde al nombre de Evo Morales, realizó ayer unas declaraciones en las que atribuía la homosexualidad a la ingesta de comida transgénica, vease: el pollo. Tales declaraciones, de todo punto sonrojantes, denotan el analfabetismo en el que se mueve el personaje, un personaje que ha sido múltiples veces jaleado por esa izquierda sociológica de la que he hablado al comienzo. Los homosexuales, claro, se han removido, y por una vez hemos asistido al ejercicio cainita de ver cómo se difaman los unos a los otros. El espectáculo es grotesco a la par que reconfortante. 


miércoles

Los cuatro de Liverpool

A veces el éxito puede ser cegador. Los Beatles son un ejemplo de ello. Cuando miles de adolescentes les aclamaban en sus conciertos los cuatro de Liverpool se creyeron lo que no eran. Dijeron que eran más famosos que el mismísimo Jesucristo, pecaron de soberbia, desafiaron a la iglesia y... se equivocaron. Sin embargo, el tiempo pone a cada cual en su sitio y, cuarenta años después, John Lennon ya no está, George Harrison tampoco, y Paul McCartney y Ringo Star han caído en el olvido. Quizás por eso haya llegado el momento de reivindicarlos y así lo ha hecho hace unos días el diario vaticano L´Osservatore Romano.



Como muy bien apuntan Giuseppe Fiorentino y Gaetano Vallini, autores del artículo, los Beatles no fueron el mejor ejemplo para la juventud. Sin duda, grupos como Los Brincos o el Dúo Dinámico representaron mucho más acertadamente los ideales de una juventud sana y jovial pero, para su desgracia, eran grupos españoles y España vivía una época de aislamiento que pesaba en contra del talento nacional. Sin embargo, si bien no fueron el mejor ejemplo, tampoco fueron el peor. Los Rolling Stones, por ejemplo, eran bastante dados a jugar en el filo de la navaja, a provocar por provocar, a dotar sus melodías de cierto componente "satánico" que causaba unos efectos devastadores en sus seguidores. O lo mismo puede decirse de Jim Morrison y de sus devaneos con las drogas y con el sexo. Visto lo visto, yo también me quedo con Paul McCartney. 

viernes

El perdón

Cuando alguien ha elegido el camino de la entrega al prójimo, del sacrificio y de la fe debería resultar fácil soportar las oleadas de injurias que estos días estamos recibiendo todos aquellos que pertenecemos a la iglesia católica. Es posible, no lo voy a negar, que algunos hermanos en la fe hayan confundido el amor "a los demás" con el amor "con los demás" y hayan incurrido en conductas poco defendibles desde el punto de vista de la decencia cristiana, pero cualquiera que lea le prensa estos días podría pensar que todos aquellos que llevamos o hemos llevado una sotana puesta somos unos sátiros sedientos de sexo que merecemos el peor de los castigos.

Todos ellos olvidan que uno de los pilares que mueve nuestra actuación es el perdón al prójimo. Errare humanum est pero el error ha de ir seguido del perdón. Y hablando de errar, acabo de leer en la prensa unas desafortunadas declaraciones del obispo mejicano Felipe Arizmendi que rapidamente han sido utilizadas por algunos medios para ahondar en la herida.


Arizmendi puede tener parte de razón, pero debería haber sido conscientes de que sus manifestaciones se iban a sacar de contexto y a utilizar contra la iglesia de modo que, creo, no debió haberse pronunciado como lo hizo.

Redes sociales

Con este blog estoy tratando de demostrar que internet, contra todo lo que se diga, no es un invento demoníaco del que debamos huir. Pienso que, si está bien gestionada, la red es una fuente de progreso y de conocimiento. Por desgracia, el mal acecha en cada esquina y las consecuencias no se hacen esperar. Aquí una prueba.